La vida me huele a caramelo
A lo largo de la vida entre las muchas cosas que nos toca vivir, aprendemos algo fundamental, aprendemos a amar. El amor es algo que crece a raíz de una motivación, hay una causa y un efecto y este amor te hace sentir muchas cosas, el amor te hace más humano. Existen muchas maneras de amar que nacen a partir de a quién estamos amando. Existe el amor de padre/hijo, el amor de amigos, el amor de parejas, todos estos, aunque tengan la misma importancia, se expresan y se sienten de forma distinta, algunos son más racionales, más permisibles, otros más románticos, más de aguante, en fin.. Existe también otro amor, un amor que comparto con muchos (CON TODOS MENOS UNOS), que muchos entienden y que algunos jamás comprenderán. Cuando tenía 8 años (recuerdo tanto aquel domingo) vi llorar a mi padre (en ese entonces de 40 años) y a mi hermano (de 12 años), poco sabía de fútbol, por ser mujer mi papá no me llevaba al estadio asumiendo que no me gustaría (además de lo peligroso que podría se